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Alvaro Bracamonte Sierra

El estrés se ha instalado en la vida cotidiana. En algunos casos la tensión diaria ha llegado a extremos de depresión. Esa sensación de incertidumbre y temor no sólo proviene del Covid-19, que por sí solo ya era motivo suficiente de angustia. 

La zozobra viene de todas partes, de la vida privada, de la pública, del extranjero, del futuro, de dondequiera. Y los medios de comunicación se encargan, cada uno con su peculiar manejo informativo, de alimentar los temores cotidianos.

Vale la pena comentar sobre algunos de los temas que nos ponen en tensión. 

Al revisar las noticias matutinas llama la atención ver cómo se han extraviado la prudencia y el respeto que deben prevalecer en la clase política.

En Estados Unidos tuvo lugar el primer debate entre los candidatos a la Casa Blanca; los noticiarios dieron cuenta del vergonzoso espectáculo escenificado por los aspirantes presidenciales. 

En el debate hubo de todos menos respeto y un verdadero intercambio de ideas. Pero algunos se preguntarán qué diablos nos importa lo que pase en Washington; la verdad sí debe importarnos y mucho pues lo que pase y deje de pasaren el vecino país impacta directamente en México.

Hay quienes opinan que, dada la influencia que tienen los mexicanos que viven en esa nación, deberían tener derecho a votar. Como quiera que sea, lo sucedido en Ohio pone nerviosos a los detractores de AMLO; dicen que si gana Biden pierde el tabasqueño porque es amigo del empresario neoyorquino. No están viendo qué conviene a la Unión Americana sino lo que les conviene a ellos, que se asumen como sus enemigos irreductibles.

Es una lectura extraña de la cuestión electoral estadounidense pero, en efecto, la evolución de esa contienda trae estresados a muchos adversarios políticos de la 4T. Sería recomendable que se serenaran y tomaran las cosas con calma. Las relaciones institucionales entre México y nuestros vecinos seguirán, independientemente de quien resulte ganador en noviembre próximo. 

Otro motivo de estrés tiene que ver con la violencia registrada en el marco de la celebración del día de acción global por un aborto legal y seguro. Son ya conocidas las imágenes que muestra a las marchantes vestidas de negro y con pasamontañas del mismo color, que arremeten contra las policías encargadas de resguardar la seguridad en la zona.

Se había anticipado que la marcha feminista terminaría mal y así fue; resultaron personas lastimadas y políticamente se ha buscado desvirtuar la intervención policíaca. Varias integrantes del grupo Atenea, de la Secretaría de Seguridad de la CDMX salieron heridas, pero también propinaron uno que otro macanazo cuando vieron en riesgo su integridad personal. 

Los grupos anti 4T, entre los que se incluyen a mujeres marchantes que pertenecen a grupos anarquistas, han puesto el grito en el cielo denunciando autoritarismo y represión por parte de la jefa de Gobierno de la capital. Nadie debería sorprenderse de tan temeraria acusación considerando que existe la hipótesis de que todo fue un montaje; pero las imágenes no mienten: La violencia provino de otra parte.

Aunque son dos ejemplos totalmente ajenos entre ellos, tanto la cuestión electoral en Estados Unidos como la justa lucha feminista ahora desvirtuada por las encapuchadas, han llenado los titulares de los medios radiofónicos, televisivos e impresos. 

Todos dan cuenta del desasosiego que priva en muchos mexicanos y potencian el estrés, que luego se vuelve en cuadros depresivos para no pocos.

Hay que encontrar fórmulas que compensen o mitiguen los efectos nocivos de un ambiente tan insano como el que hoy vivimos. No hay respuestas fáciles, pero tenemos que encontrarlas antes de que sea demasiado tarde.

El año electoral encima

Si se sigue la recomendación de López Obrador en el sentido de que cualquier funcionario público con ganas de competir el próximo año deberá renunciar en octubre, entonces pronto estará en Sonora el candidato más adelantado en la contienda por la gubernatura; quizá también aparezca la velocista de Nogales. Ya veremos.

*Profesor-investigador en El Colegio de Sonora.


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