Fecha de publicación: 15/09/2022 Tweet Compartir
“En medio de esa dinámica creciente de violencia, la pandemia de COVID-19 ha influido en el aumento, sobre todo de la violencia familiar, porque el confinamiento ha expuesto por más tiempo a las víctimas a la convivencia con su agresor o agresora”, señala la doctora Nohora Constanza Niño Vega.
Lo anterior ha elevado los niveles de estrés de los cuidadores por factores socioeconómicos y por la sobrecarga de trabajo debido a la vida en aislamiento, lo que convierte en posibles víctimas a niños, niñas y adolescentes (NNA) que viven y transitan sobre todo en ciudades como Hermosillo, Cajeme y Nogales que condensan la mayoría de los hechos violentos de los últimos años.
Destaca que los eventos de violencia contra mujeres y NNA durante la pandemia dejó al descubierto que en México hay otra pandemia mucho más invisible: la violencia familiar, y son ellas y ellos los que son objeto de violencia física, sicológica y sexual que causa sufrimiento, muchas veces silenciado por la vergüenza y el sentimiento de culpa.
“En México, cuatro de cada diez madres y dos de cada diez padres dicen que les pegan a sus hijos e hijas en momentos de enojo o desesperación. El porcentaje de niños y niñas que reportan que sus padres los disciplinan mediante maltrato psicológico es de 50, y alrededor de 45 por ciento reporta que lo hacen a través del castigo físico”, advierte.
El aumento significativo de la violencia en el hogar, en particular la física y la sexual se asocian con el tiempo que sus miembros permanecen juntos dentro de casa debido al confinamiento, asegura, y puede entenderse como la superposición de las experiencias de dominación y la manera de tramitar las diferencias y la crianza mediante el uso de la fuerza física.
Explica que los niveles de frustración que ocasiona el temor a la pandemia en términos de vida o muerte pueden estar causados por los efectos del confinamiento en la economía familiar, que explicaría el uso de la violencia física como mecanismo de escape.
Es importante señalar que la matriz de la relación violenta de género se sustenta en la dominación y en la asimetría.
La profesora-investigadora en El Colegio de Sonora, expone que el comportamiento de estas cifras a través del lente de la violencia crónica resulta importante porque, aunque se plantean cifras separadas se visualiza que en un espacio fronterizo donde se exacerba la violencia homicida, también aumentan otros tipos de violencia.
Le parece importante que las instituciones difícilmente comparten la información que tienen, lo cual obstaculiza la realización de las investigaciones y esto denota la apremiante necesidad de coordinar las instituciones encargadas de la atención a las niñas, niños y adolescentes con las investigaciones de la academia y de las organizaciones de la sociedad civil.
Si te interesa consultar el artículo completo en: https://regionysociedad.colson.edu.mx:8086/index.php/rys/article/view/1555