Dra. Gloria Ciria Valdéz Gardea. Profesora-investigadora del Centro de Estudios Transfronterizos de El Colegio de Sonora.
Copia textual de Radio Sonora
“¡Vamos a darle, al mal paso hay que darle prisa!”: Segunda cita en la corte en EEUU
Eran las 8:40 de la mañana y paseaba de un lado a otro, esperando a que el litro y medio de agua que había tomado —requisito previo a un ultrasonido pélvico— hiciera efecto. Había como cinco personas que nos meneábamos de un lado a otro enfrente de la ventanilla de recepción de Rayos X, del CIA 3 del ISSSTESON. Nos sonreíamos mutuamente porque andábamos en las mismas. Jajaja.
No niego que todo lo que huela a exámenes médicos me pone nerviosita, por decir lo menos. Generalmente he sido una mujer sana; sin embargo, habría que reconocer que no es lo mismo tener treinta, cuarenta o cincuenta… y mejor ahí le paro.
Mientras esperaba, recordé que hoy era la cita en la corte de Norma. Norma, sus hijos, su yerno y sus nietos estuvieron viviendo en Hermosillo por dos años. Apoyamos a los nietos e hijas a entrar a la escuela, en donde fueron excelentes estudiantes. Estuvieron un año y medio en Hermosillo sin ningún trámite administrativo, hasta que en junio del 2024 decidieron sacar cita en CBP One. Afortunadamente, se la dieron en septiembre del 2024 y partieron a Estados Unidos. Desde entonces mantenemos comunicación virtual, por mensajes de audio o escritos por WhatsApp. Incluso seguimos apoyándolos con trámites escolares que requieren documentos de las escuelas en Sonora, para presentarlos en las escuelas de EE. UU.
Mientras me meneaba, le envié un mensaje de audio preguntando cómo le había ido en su segunda cita en la corte. Emocionada, esto respondió casi de inmediato:
“¿Cómo está, doctora Gloria? Venimos saliendo de la corte, ya vamos camino a casa. Todo salió muy bien, gracias a Dios. La última corte que tengo es para enero del 2027. Diosito nos cuidó; es el Dios más grande y misericordioso que tenemos.
Sí nos asustamos un poco porque migración estaba en los elevadores, como ya sabía que iban a estar. Me pidieron los papeles que me dio la jueza y la cita, y me dijeron: ‘Todo bien, no falte a su última cita’, y fue lo único que me dijeron, nada más. Me dejaron ir tranquila. Sí detuvieron a varias personas allí. Delante de mí había un muchacho de unos 35 años y se lo llevaron. Tenía planes de casarse aquí, pero aun así se lo llevaron. Ojalá hagan las averiguaciones y lo suelten. Viene de lejos, de Ecuador; tuvo que cruzar varios países como nosotros.
Sí me asusté mucho cuando vi a migración, me temblaron las piernas, y las niñas también se asustaron, pero les dije: ‘¡Vamos a darle! Al mal paso hay que darle prisa.
’
Y ya vamos con el corazón contento y con tranquilidad.
Siempre, en casos así, estoy preparada, por si sí o por si no. Siempre cargo los papeles de las niñas, sus partidas de nacimiento, vacunas… Siempre llevo mis documentos y, en el bolsito, un cepillo dental y ropa interior, lo más básico por si surgiera algo.
Y gracias a mi Dios, tenemos dinero. Le informo, doctora, que me casé aquí. Estoy viviendo con un señor mexicano, es paisano suyo. Él estaba en la puerta de la corte, viendo que no nos pasara nada.
Después de reclamarle por no habernos invitado a la boda, la felicité y me despedí.”
Norma respondió con alegría:
“Gracias por todo, doctora. Saludos a su equipo, los recordamos con mucho cariño a todos. Gracias por estar al pendiente de nosotros. Recuerdo al rector de El Colegio, lo recuerdo a él. Le envía muchos saludos. Un fuerte abrazo desde la distancia; los recuerdo a todos con mucho cariño.”
Mis nervios desaparecieron. Cuando entré al estudio, pensé que lo mío era insignificante comparado con el proceso que Norma y su familia viven en cada cita en la corte. Soy afortunada de contar con sus buenos deseos y, sobre todo, de apoyarme en su fortaleza.