Tener dónde vivir para vivir bien


colson

Lorenia Velázquez Contreras. Profesora-investigadora en el Centro de Estudios del Desarrollo en El Colegio de Sonora.

Copia textual de El Sol de Hermosillo

A pesar de que el acceso a una vivienda digna es un derecho humano fundamental, se ha convertido en un problema creciente. Según ONU-Hábitat (2024), entre 1.6 y 3 mil millones de individuos viven en condiciones de vivienda inadecuadas y se necesitarán 300 millones de viviendas nuevas para 2030. En México, la CONEVAL advierte que 8.5 millones de hogares en México sufren algún tipo de rezago habitacional, que incluye la falta de servicios básicos, materiales de construcción de mala calidad o hacinamiento severo.

En estados como Sonora, la crisis de la vivienda refleja y agrava las disparidades económicas y sociales. Los salarios insuficientes, junto con el aumento de los precios del suelo y materiales de construcción, han dificultado el acceso a una vivienda apropiada. Al igual que Baja California y Chihuahua, Sonora ha experimentado un aumento en la demanda de vivienda, gracias al crecimiento de la población y la migración interna y, como en otros lugares, el costo de vida ha crecido a un ritmo considerablemente más rápido que el salario promedio. La Sociedad Hipotecaria Federal informa que, en Hermosillo, por ejemplo, el precio promedio de una casa aumentó 18 por ciento en tres años.

Un factor clave es el costo de construcción. La Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) señala que los costos de materiales se incrementan en un 8 a 10% cada año, encareciendo el precio de las viviendas nuevas, así como el alquiler de las existentes. En Sonora, el salario promedio es de alrededor de 14 mil pesos al mes mientras una casa de interés social tiene un valor de al menos 600 mil pesos, lo que complica el acceso a créditos hipotecarios.

La población joven enfrenta de manera particular este contexto. Los altos precios, sumados a los bajos salarios y la falta de estabilidad en el empleo, limitan seriamente su posibilidad de adquirir una vivienda. Un gran número de jóvenes se ve obligado a prolongar su estancia en casa de sus padres o a compartir espacios reducidos, con impacto en su calidad de vida.

A estas dificultades se suma el acelerado crecimiento de las ciudades y la poca planeación territorial. Esto ha generado muchas colonias irregulares que no cuentan con agua, electricidad o drenaje. Según la SEDATU (2021), una quinta parte de la población mexicana vive en estas condiciones. En Hermosillo, existen 847 colonias; de ellas, 33 son colonias irregulares.

A fines de 2024, se publicó en el DOF una reforma constitucional al artículo 4to que establece el derecho humano a una vivienda adecuada y se inicia un ambicioso programa que a través de INFONAVIT y la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI), tiene como objetivo construir un millón de casas y entregar escrituras con una inversión total de 600 mil millones de pesos en un periodo de seis años. El programa se centra principalmente en mujeres jefas de familia, jóvenes y pueblos indígenas. También incluye un esquema de alquiler con opción a compra después de 10 años para las personas que tienen dificultad para acceder al crédito hipotecario.

Sin embargo, es necesario tomar con cautela estas iniciativas y considerar advertencias como la de ONU-Hábitat sobre los riesgos de abordar la crisis solo desde el lado de la oferta, ya que, en algunas regiones, el problema no es la incapacidad para construir, sino la falta de acceso adecuado y planificación. No planificar un aumento rápido en la oferta de vivienda podría agravar las desigualdades preexistentes y socavar la sostenibilidad a largo plazo.

Las iniciativas del gobierno federal son un paso importante que permiten visibilizar el problema, aunque los resultados finales vendrán de su implementación efectiva y del trabajo con el sector privado. Esperemos acciones concretas y coordinadas; de otra forma, el acceso a una vivienda adecuada seguirá siendo un privilegio para pocas personas en lugar de un derecho para todas, además de que una generación entera podría quedarse sin la oportunidad de tener una casa propia.


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