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José Luis Moreno

 Las presas de jales en Cananea

La infraestructura para el almacenamiento de los residuos que genera la mina de Cananea se remonta a la primera década del siglo XX, cuando entró en operación la primera planta concentradora para la molienda del mineral en 1902. La correspondencia en los archivos de la Anaconda Copper Company, revela la presencia de una antigua estructura conocida con el nombre de “presa Greene”, de la que no se ofrecen datos ni información precisa. Sin embargo, un expediente muestra la existencia de tres pequeñas presas de jales en el periodo de 1909 a 1914, que tenían como propósito almacenar los residuos de la planta concentradora, recuperar una parte del cobre contenido en ellos y una parte del agua utilizada. Estas presas se situaban al norte de la planta, en donde las corrientes naturales de agua fluyen hacia el río San Pedro y cuya cuenca se comparte con Estados Unidos. En ese entonces, la planta molía 3,500 toneladas diarias. 

Con el incremento de la producción de cobre y la generación de residuos, estas tres presas se unieron para formar una sola presa de mayores dimensiones y la denominaron Represo Sur, cuya cortina tuvo una altura inicial de 20 metros. Años después, la cortina se elevó a 45 metros y llegó a tener una longitud de 450 metros. El área de este represo abarcó 32 hectáreas. Una segunda presa, denominada Represo Norte, se construyó en 1940 para captar las excedencias del Represo Sur. La altura fue de 15 metros y su longitud de 700 metros. Ambas obras fueron conocidas como los represos de la Concentradora Vieja, que cerró definitivamente en 1945. 

 Con el inicio de la minería a cielo abierto en Cananea, en 1944 se construyó una nueva planta concentradora de mayor capacidad, con la característica de que los residuos se depositaron en presas de jales ubicadas hacia el sur de la mina en la cuenca del río Sonora. Esta planta se conoció como Concentradora 1 y tuvo una capacidad de molienda de 12,000 toneladas diarias. En 1965 existían las presas de jales 1 y 2, que serían insuficientes para sostener el crecimiento proyectado, y se determinó construir la presa de jales 3. La cortina tendría 45 metros de altura y 210 metros de longitud. 

A mediados de la década de 1970, otro plan de expansión incrementó la capacidad de molienda de esta planta concentradora a 20,000 toneladas diarias.

En la década de 1980, ya en manos del gobierno mexicano, la empresa minera comenzó la construcción de la planta Concentradora 2 con capacidad para 60 mil toneladas diarias, con el propósito de incrementar la capacidad de molienda total a 80 mil toneladas entre ambas plantas. 

En la literatura revisada se encontraron varios incidentes en el funcionamiento de las presas de jales. En la parte norte, en 1968 uno de los represos sufrió la ruptura de su cortina, ocasionando el derrame de agua ácida hacia el río San Pedro. Años después, entre 1977 y 1985, investigaciones realizadas en el estado de Arizona, reportaron derrames originados en los represos de la mina, que incluso llegaron a provocar la muerte de vida acuática en el río hasta 100 km al norte del límite internacional entre México y Estados Unidos. A mediados de la década de 1980 se alertó sobre el estado de abandono de los dos represos, el deterioro de las cortinas, y el constante deslave y erosión del talud aguas abajo provocadas por las lluvias y el viento. 

También se advirtieron las constantes filtraciones, que eran utilizadas por gambusinos para la extracción de cobre por el método de precipitación con chatarra de fierro, que acrecentaba los problemas de contaminación.

En la parte sur, los incidentes ocasionados por los derrames de las presas de jales se presentaron entre 1983 y 1986. De acuerdo con la consulta de expedientes del Archivo Histórico del Agua, las lluvias abundantes que se presentaron en esos años y los problemas operativos de la planta provocaron derrames de agua ácida hacia las cuencas de los ríos Bacanuchi y Bacoachi (afluentes del río Sonora) y hacia la misma cuenca del río San Pedro. Además, los represos de soluciones de lixiviación estuvieron derramando agua ácida durante varios días en el mes de julio de 1984. 

Estudios de la Universidad de Sonora identificaron elevadas concentraciones de metales pesados y daños a los alimentos que se cultivaban y consumían en poblados de la cuenca del río Sonora. En noviembre de 1986, la entonces Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología clausuró de forma temporal el área de la concentradora. La solución a estos problemas fue la construcción de otra presa de jales de mayor capacidad, que duplicó la capacidad de las 3 anteriores y se le denominó “bordo definitivo”. Después de varias ampliaciones y elevaciones de la cortina en los años siguientes, su vida útil concluirá en 2025. 

Una estimación nuestra, basada en imágenes de Google Earth de abril de 2018, calcula que la superficie actual de esta presa de jales es de alrededor de 2,100 hectáreas, cifra que supera la extensión del área urbana de Cananea que es de 1,400 hectáreas. Por su parte, las áreas del tajo y la mina comprenden 4,900 hectáreas.

Bajo la propiedad del Grupo México, la mina de Cananea (denominada Buenavista del Cobre desde 2010) inició la construcción de una nueva presa de jales sobre el arroyo El Jaralito, que a su vez es afluente del río Bacanuchi. Su objetivo es almacenar los residuos de otra planta concentradora (la número 3) que tiene una capacidad de molienda de 100 mil toneladas diarias y fue puesta en operación en 2015. 

No obstante, a raíz del conocido derrame de soluciones de sulfato de cobre en agosto de 2014 ocurrido en uno de los represos del sistema de lixiviación, la preocupación por los riesgos que conlleva el funcionamiento de esta presa de jales aumentó entre pobladores de la región que residen aguas abajo. La presa tendrá una altura máxima de 200 metros (que se alcanzará en 40 años) y la longitud de la cortina será de 10 km. 

Según funcionarios de la empresa, la cuenca de captación tendrá 7,200 hectáreas y el área ocupada por los jales será de 4,000 hectáreas (el doble de la actual).

Aunque una estimación nuestra, basada en el polígono que contiene el informe preventivo presentado por la empresa minera a la SEMARNAT, revela una extensión territorial de 6,535 hectáreas, es decir, tres veces más que la presa de jales actual.

En una resolución histórica, el 5 de septiembre de 2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) otorgó un amparo a habitantes del pueblo de Bacanuchi, debido a la falta de consulta y participación pública en forma previa a la emisión de la autorización otorgada a la empresa minera para la construcción y operación de la presa de jales por parte de la autoridad ambiental. 

El calificativo de histórica es porque amplía los derechos de participación de los quejosos a temas del medio ambiente cuando antes se limitaba a cuestiones de índole política, y porque expande la salvaguarda a ciudadanos que no se reconocen como indígenas, dado que el derecho a la “consulta pública” solo era reconocido para estas comunidades.

En su determinación, la SCJN estableció tres puntos: a) reunión pública en la que se explique a los habitantes los aspectos técnicos de la obra, los posibles impactos de su operación y las medidas de prevención y mitigación que se proponen implementar; b) manifestación pública de las preocupaciones y sugerencias de los habitantes de Bacanuchi y que las autoridades tomen en cuenta sus opiniones; y c) el uso de todos los medios para evitar que la obra genere daños significativos. 

 El desarrollo y desenlace de esta consulta pública puede sentar un precedente del camino a seguir para una relación respetuosa entre las empresas mineras y las comunidades en donde realizan sus actividades. Un camino que implica el reconocimiento de los derechos que tienen sus habitantes, entre otros, el derecho a un medio ambiente sano.    


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