Dr. Víctor S. Peña Mancillas. Profesor-investigador del Centro de Estudios en Gobierno y Asuntos Públicos de El Colegio de Sonora.
Copia textual de la columna Cuadrilátero de Radio Sonora
El señor Wenger le muestra a su esposa que su grupo ya tiene página en internet. Con orgullo recorre las imágenes del monitor. Sus estudiantes posan, muestran sonrientes sus camisas blancas.
La mujer no comparte el mismo entusiasmo. Como respuesta, se aleja para seguir con cosas de la casa.
Él se para del lugar donde trabaja y le alcanza por el pasillo que les lleva a la cocina. “El grupo está muy motivado; los chicos están cambiando de forma radical”, le explica. Marcando distancia, ella cuelga un abrigo y acomoda algunas cosas sobre la mesa que tiene enfrente. “Si, ya veo. Todos con sus camisas blancas”, contesta con desánimo. El señor Wegner también lleva esa prenda, uniforme e identidad del grupo.
“En la escuela ya todos hablan de ti”, le confiesa ella.
Técnicos o rudos
La Ola (Dennis Gansel, 2008) va sobre la estructuración de un movimiento alrededor de una materia escolar sobre autocracia que, al final, no puede con su propio peso.
El guión se estructura siguiendo los días de una semana y, por cada día, prácticamente dos tunos: el matutino, donde se aprende la lección en salón de clases —ahí los diálogos no tienen desperdicio— y el vespertino, donde se retrata cómo todo aquello va incidiendo en la vida de quienes participan del movimiento.
Para el miércoles, el microuniverso de la clase se vuelve más denso. Ya comparten prácticas de disciplina, una imagen en internet y la idea de que unidos son imparables. Comparten, también, un nombre con el que se identifican. Y, por supuesto, comparten el uso de camisas blancas como uniforme.
En la escuela todos saben que algo sucede, pero no hacen más que hablar a espaldas del señor Wenger.
El elenco puede sentirse ajeno para quien tiene por costumbre ver caras de Hollywood, pero todos hacen un trabajo excepcional. Dennis Gansel como director, por cierto, ya había trabajado con el protagonista de La Ola, Jürgen Vogel. Fue en 1999, en su primer largometraje llamado “El fantasma” que terminó como película para la televisión.
Todo sucede en lo urbano, en una ciudad fría y moderna. Las imágenes son, al mismo tiempo, rudas y cotidianas. La música, siempre estridente, va de lo variado a lo monótono, es decir, de lo plural a lo homogéneo.
Por si fuera poco, se basa en lo sucedido en una escuela secundaria a finales de la década de los años sesenta en Palo Alto, California. Es decir, tiene algunos elementos reales.
Si bien esta película se basa de manera más directa en el libro de Todd Strasser (escritor con algo más de 150 novelas; también ha firmado como Morthon Rhue), esa experiencia ha sido la base para otros productos audiovisuales.
La primera fue una película para televisión de la cadena ABC, en 1981 (Alexander Grasshoff, director). Originalmente se había concebido como parte de un conjunto de películas para las infancias, de las que se proyectan a media tarde entre semana, pero cuando el producto fue terminado se consideró más propio para una audiencia más adulta y fue estrenado en horario estelar dominical. A la película del 2008 le siguieron dos documentales: En 2015 RTVE produjo “La pregunta” a partir de lo que significó la puesta en escena de la obra La Ola en el Centro Dramático Nacional bajo la dirección de Ernesto Caballero (España) y, en 2019 se estrenó, en Alemania, “La línea invisible” (Emanuel Rotstein produjo, escribió y dirigió). Ese mismo año, en Netflix, apareció la serie “Somos una ola” basada en la novelización del experimento.
El mano a mano
La Ola, producción alemana, se basa en el experimento “La Tercera Ola”, desarrollada por Ron Jones a finales de la década de los años sesenta en la preparatoria Cubberley, en Palo Alto California. En esta película, por cierto, se acredita su participación en la escritura del guion como William Ron Jones.
Si bien la película desarrolla muy bien la historia, algunos elementos de la experiencia real permite comprenderla de mejor manera. Se trató de un experimento social en una escuela secundaria impulsada por Jones, entonces maestro de historia, para explicar el nazismo. Básicamente motivó a que el comportamiento del grupo siguiera el lema «Fuerza mediante la disciplina, fuerza mediante la comunidad, fuerza a través de la acción, fuerza a través del orgullo» y pudieran entender cómo hasta en las sociedades libres y democráticas pueden florecer regímenes totalitarios.
En la película, las fases del experimento —coincidentes con los días de la semana— permiten ver cómo el paso de un grupo heterogéneo y diverso se amalgama en uno coordinado y motivado sacrificando la individualidad. En todo el proceso, además, puede notarse cómo algunos elementos de convicción vienen del exterior, pero que son las reglas autogeneradas y autoimpuestas del grupo lo que le dota de vida.
Y el movimiento crece, como una ola. Para el sábado, nadie recuerda cómo es que llegaron a ese punto, pero todos tienen la certeza de que quieren seguir perteneciendo.
A ras de lona
Se ha documentado que Ron Jones, quien condujera originalmente el experimento social, aparece en un brevísimo cameo en La Ola. Sucede en un pestañeo, apareciendo como uno de los muchos comensales sorprendidos de ver cómo un grupo de jóvenes enmascarados tapizan ventanales y postes de la ciudad con la marca del movimiento.