Vaselina


colson

Dr. Víctor S. Peña Mancillas. Profesor-investigador del Centro de Estudios en Gobierno y Asuntos Públicos de El Colegio de Sonora.

Copia textual de la columna Cuadrilátero de Radio Sonora

Es la noche de inauguración de la temporada deportiva. Rodeando una hoguera, los atletas se presentan listos para la acción. Las animadoras, blusa blanca y falda roja al tobillo, llevan con orgullo el emblema del Instituto Rydell.

Rizzo ha atado los cabos: el interés amoroso de la nueva estudiante, Sandy, se encuentra a unos pasos de allí. Pero el Danny que ella conoce, como líder de las Pink Ladies, no es tan detallista ni tierno como Sandy lo describe.

Arregla un encuentro entre ambos. Danny entiende que no puede ser él mismo, que debe representar lo que de él espera el grupo. Le dice “Agarra la onda y no seas pesada”. Ella se sorprende. “Qué paso con el Danny que conocí en la playa”, pregunta.

“Pues no lo sé, nena”, responde burlándose. “Tal vez seamos gemelos. ¿Por qué no lo reportas como persona extraviada?”

Y ahí comienza el drama.

Técnicos o rudosVaselina (Randal Kleiser, 1978) es una película basada en el musical para teatro escrito a principios de los años setenta del siglo pasado por Jim Jacobs y Warren Casey. La historia se desarrolla a partir de los desencuentros y encuentros de dos jóvenes que se conocen en verano —Danny Zuko (John Travolta) y Sandy Olsson (Olivia Newton-John)— y debe acordar su relación en un ambiente donde mucho influyen dos grupos y sus dinámicas: los T-birds, comandado por Kenickie (Jeff Conaway) y las Pink Ladies con Betty Rizzo (Stockard Channing) a la cabeza.

El éxito de pasar aquella historia al cine estaba casi asegurado. La aceptación que ya tenía el musical en sus presentaciones le había significado escalar de un teatro local en Chicago o los escenarios Off-Broadway y, de ahí, al mismísimo Broadway, en Nueva York.

La fotografía (de Bill Butler) cuida la paleta propia de la década de los años cincuenta —o, dicho de manera más propia, la que se ha instalado en el imaginario colectivo—, haciendo juego con escenarios y locaciones reales ubicadas en California. Se supone que todo sucede en una preparatoria, pero los actores y actrices tenían, en general, bastantes más años.

La película terminó siendo tremendo éxito en taquilla (se dice costó 6 millones de dólares y recaudó 395 millones) y —aun cuando fue descalificada por la crítica especializada, como el cine es también una industria— llegaron los premios.

En los People’s Choice Awards (1979) ganó en las categorías de Mejor Musical y el de Mejor Película Favorita. Se quedó con cinco nominaciones en los Globos de Oro y una nominación en los Premios Óscar, en la categoría de Mejor Canción Original (Hopelessly Devoted to You) que, como dato adicional, se escribió y grabó después de concluida la toma principal de la película, porque el equipo realizador pensó le faltaban baladas románticas al producto.

Estatuillas y menciones aparte, Vaselina se ha convertido en una referencia cultural. En 2020 fue seleccionada para su preservación por la Junta Nacional del Registro de Cine en la Biblioteca del Congreso del vecino país. Ahí se reconoce se trata de un retrato más bien romantizado y no real de la vida juvenil en los Estados Unidos en los años cincuenta.

El mano a mano

En su planteamiento original —en musical para teatro, teniendo como escenario la ciudad de Chicago—, la historia buscó contrastar qué sucede cuando dos visiones de la vida chocan: Sandy representaría los valores y actitudes de los años cincuenta, más recatada; Danny encarnaría el individualismo y la libertad sexual de los sesenta. Cuando saltó a Nueva York, todavía como musical, la visión local se fue desvaneciendo para retratar otros aspectos más generales de la vida estadounidense. Pero los temas se mantuvieron: violencia entre bandas, embarazo adolescente, rebelión, descubrimiento sexual. Ojo aquí, que se trata de una interpretación hecha en los años setenta de lo sucedido dos décadas atrás. Y más o menos así, llegó a la pantalla grande.

Con el tiempo pueden encontrarse reinterpretaciones. En tiempo de pandemia, por ejemplo, tomó fuerza un movimiento cibernético que promovió la cancelación de la película debido que, en esa reinterpretación, se identificaba la promoción de estereotipos y contenidos machistas, homofóbicos y sexistas.

También es una historia sobre la sobrevivencia adolescente y cómo el grupo decide por encima del individuo. ¿Por qué Danny Zuko cambia de manera que ni su amor de verano le reconoce? El grupo. ¿Por qué Sandy sufre a lo largo de la película? El grupo. ¿Qué termina haciendo Sandy para dejar de sufrir? Cambia completamente para parecer y pertenecer al grupo. ¿Por qué, en pleno baile, Danny deja Sandy y baila con Cha Cha (Annette Charles)? Porque el grupo, a manera de público, aplaude y le anima a eso. Y al final, cuando Danny ha decidido salirse del grupo, no puede. Todo esto al ritmo del rock n roll.

Total, muchas miradas posibles. Y todas ellas hablan tanto de la película como del momento en que se interpreta.

A ras de lona

Para los créditos de inicio se aprovecha la animación, ¿por qué? Se dice que una primera idea para adaptar al cine la obra de Jim Jacobs y Warren Casey fue la de hacerlo completamente en animación. Conformé avanzó lo de la adaptación ganó peso lo de llevarlo a pantalla con actores reales. Esa apertura quedó, entonces, como un recordatorio de lo que pudo ser.


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