Dra. Gloria Ciria Valdéz Gardea. Profesora-investigadora del Centro de Estudios Transfronterizos de El Colegio de Sonora.
Copia textual de la columna Andares compartidos de Radio Sonora
Imposible permanecer ajeno y no comentar en esta columna los recientes acontecimientos que quedarán marcados en la memoria y el cuerpo de los sonoreses: la muerte de 23 personas en el incendio de la tienda Waldos en el centro de la ciudad.
Ese día, temprano, Arturo y yo fuimos al mercado municipal para conocer como había quedado la remodelación del inmueble y de paso desayunar un rico y nutritivo cocido, aunque a el le hubiera gustado un plato de cabeza. Despues de ahí caminamos un poco por el centro pues necesitaba comprar una maceta. Nos metimos a una tienda China que casi ocupaba toda la cuadra incluso desde la calle Serdán se podían ver por un ventanal los artículos en venta sin embargo, la entrada no estaba por ahí, tenías que rodear hacia la calle paralela a la calle Serdán, la entrada estaba enseguida de una conocida panaderia. Al entrar me sentí agobiada por el ruido visual además de encerrada. No pude ubicar salidas de emergencias. Queria salir volando, como cuando me tocó ir al concierto gratuito de Los Ángeles Azúles por la calle Rosales ¡¡¡¡a la bestia!!!!!, cientos y cientos de personas llegué a pensar: ¿que pasaría si algún gracioso tirara un cuete o sacara una pistola y la detonara hacía el cielo? No aguanté y tuve que salir del lugar.
Ese sabado por la noche saldría a CDMX a un compromiso académico. Iba con el estómago hecho un nudo. La tragedia ocurrió ese día, el primero de noviembre día de los Santos Inocentes. El cuerpo tiene memoria y recordé que hace más de 10 años, tambien viajaba fuera del país, a un evento académico, a dos días de haber pasado el incendio en la guardería ABC que ocasionó la muerte de 49 niñas y niños. Con la tragedia de este primero de noviembre me quedé pensando: ¿cuántos establecimientos en el centro histórico de Hermosillo y en la ciudad habrá que no cuenten con lo requerido para operar? Además con frustración y molestia me pregunté ¿Que más habría que aprender de esto?, ¿Que más necesitamos para operacionalizar con prácticas lo que nos dejan estas lamentables experiencias?
Desde el Seminario Niñez Migrante lamentamos todo: la ineficiencia, la carencia de precaución, de prevención, la simulación, la decidia, el pensar que nunca pasará.
Además, lamentamos el silencio de todos aquellos que nos damos cuenta que algunos espacios no cuentan con las condiciones para operar y no decimos nada. Sobre todo lamentamos las pequeñas voces que silenciaron las llamas: esas de niñas y niños.