Rolando Enrique Díaz Caravantes
Copia textual de Tribuna
En este breve artículo se expondrán las razones científicas de porque no se debe construir una
presa en
Sinoquipe, Sonora. En primer lugar, aunque en estos momentos se argumente que la presa será para regar las tierras agrícolas aguas abajo, es decir desde Sinoquipe hasta
Ures, lo cierto es que con el transcurso de los años, las presas cambian de objetivo y terminan afectando negativamente a los usuarios más vulnerables.
Esto está perfectamente documentado para la presa El Molinito, cuyo primer objetivo fue evitar inundaciones en la ciudad de Hermosillo y terminó como abastecimiento de la ciudad, por medio de la recarga del acuífero Mesa del Seri - La Victoria y el acueducto El Molinito.
Al paso de los años, los grandes perdedores fueron los usuarios agrícolas, desde El Molino de Camou hasta La Victoria. En una investigación realizada en esta zona, encontramos que el uso agrícola bajó de 8 mil 818 hectáreas en 1993 a dos mil 983 en 2011, debido a que el uso prioritario de la presa El Molinito cambio a abastecedora de la ciudad y ya no se dejaba correr el río de forma natural. También el uso ambiental fue fuertemente perjudicado según se constató por los bajos índices de vegetación.
Por poner un ejemplo, aunque en este momento se argumente que la presa en Sinoquipe tenga fines sociales, en el transcurso de los años podría cambiar su objetivo a ser proveedora de agua del sector minero, como de la mina que se ubica en Sinoquipe y la cual está en expansión. Una vez construida la obra, nada asegura que las autoridades en turno mantengan sus fines originales. Estas obras atraviesan sexenios e intereses.
Si se busca mayor disposición de agua, como ya se ha demostrado, lo que se debería controlar es al acaparamiento del agua del sector minero en los acuíferos de la parte alta de la cuenca, como el Bacanuchi y Bacoachi, que están provocando un gran estrés hídrico a los agricultores y ganaderos tradicionales y con ello provocan sequía hidrológica en toda la cuenca del río Sonora.
Segundo, el construir una presa no te garantizará el agua, como argumentan algunos servidores públicos, porque al fin y al cabo la disposición hídrica depende de las precipitaciones y no del almacenamiento. Esto se demuestra en los años de sequía, pues en esos períodos las presas no se recargan ni al 25 por ciento. ¿De qué te sirve tener otro vaso, si no tienes agua?
En tercer lugar, mucho menos tiene sentido que se argumente que una presa en Sinoquipe auxiliará para el abastecimiento en la ciudad de Hermosillo, pues es una presa que estaría a más de 160 kilómetros de la ciudad y tiene dos presas intermedias: El Molinito y la Abelardo L. Rodríguez.
Los promotores de la presa El Sinoquipe están mal informados o asesorados sobre las ventajas de esta presa. Para lo único que podría servir, es para que el sistema de presas ya no sea entre El Molinito y la presa Abelardo, sino que sea entre Sinoquipe y El Molinito.
Esto permitiría urbanizar el vaso de la presa Abelardo L. Rodríguez, algo así como lo que hicieron las autoridades a inicios de 1990 con el vado del río. Esta nueva urbanización lejos de solucionar el problema de agua de la ciudad de Hermosillo la agravaría, pues urbanizar atraería a más población y habría una mayor demanda de agua.
Como ya lo han señalado expertos en el tema, el problema de la ciudad radica en la baja eficiencia de la distribución de agua, de alrededor del 45 por ciento; es decir, se desperdicia más del 50 por ciento de agua.
Todo esto ya lo hemos expuesto en diversos paneles científicos, pero la Comisión Estatal de Agua ha tenido oídos sordos. Para concluir, por donde se le busque no queda claro cuál sería el beneficio de esta presa. Más bien tendrá repercusiones negativas en los usuarios tradicionales y en el medio ambiente. Esperemos no sigan con sus planes, aunque es muy probable que sigan haciendo caso omiso de lo que la ciencia demuestra.