Riesgo minero en el río Sonora

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“Los activistas y pobladores ubican a la actividad minera como la causante de algunos problemas, preocupaciones, incertidumbres y temores en sus comunidades. Ellos establecen como principal problema el del agua, y ubican a la actividad minera como la causante de su escasez y de la contaminación del río Sonora”, advirtió Yuriria Orozco Martínez. 

En su tesis titulada Percepción y aceptación del riesgo minero: construcción de diálogos desde la narrativa social del río Sonora, México, presenta dos perspectivas contradictorias, la de los activistas y pobladores, en comparación con las opiniones de expertos y asociaciones de la sociedad civil, respecto a las consecuencias del incidente que a seis años de acaecido sigue llamando la atención de la opinión pública por las afectaciones percibidas. 

Señala que luego del 6 de agosto de 2014, cuando se derramaron 40 000 metros cúbicos (m3) de sulfato de cobre acidulado en el río Sonora, provenientes de la Mina “Buenavista del Cobre” en Cananea, se evidenció no solamente las amenazas y las vulnerabilidades de la población frente a la actividad minera. 

“Algunos expertos trataron de disminuir los riesgos centrando la discusión en que las vulnerabilidades pueden ser atendidas, controladas o resueltas; pero tales afirmaciones se contradicen al relacionar éstas con los discursos de los legos. En este caso, las instituciones coadyuvaron a amplificar el riesgo al no interactuar y al no informar adecuadamente a las comunidades durante y después de ‘el derrame’”, dijo.

La egresada de la VI Generación de Doctorado en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora, menciona que ellos consideran a las presas de jales una bomba de tiempo, por lo cual nada ni nadie garantiza que no pueda ocurrir otro derrame o accidente en la región, ya sea por un descuido humano o simplemente por las fuerzas de la naturaleza. 

Agregó que el papel de la ciencia se desarrolla en escenarios complejos de interacciones entre gobierno, movimientos medioambientales, ciudadanos y actores económicos y políticos y aunque ésta sigue siendo esencial e indispensable, no resolverá por sí sola los problemas bajo las cuales la simple acumulación de evidencia científica no asegura consensos en las soluciones. 

Orozco Martínez detalló que por un lado, los afectados todavía cuestionan el impacto económico, social y ambiental del derrame, basándose en sus experiencias cotidianas y, por el otro, los expertos y representantes de la industria que suelen manejar la idea de una “ciencia” como proveedora de saberes específicos, aseguran que tales impactos ya no existen, por lo que las evaluaciones subjetivas de las comunidades son infundadas. 

Finalmente, añadió que los discursos de las autoridades (AP) y las asociaciones civiles “pro-minería”, afirmaron que los riesgos de la actividad minera son bajos, acompañan algunas vulnerabilidades con palabras como normas, regulación, procedimientos, tecnología, modernidad, seguridad. 

La egresada del VII generación de doctorado por El Colegio de Sonora pesentó su examen de grado el pasado primero de diciembre ante su directora de tesis, doctora Liz Ileana Rodríguez Gámez, y como lectores participaron los doctores Rolando Enrique Díaz Caravantes y Fernando Briones Gamboa.

Escrito por Ana Rosa Sánchez Orendain

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