Fecha de publicación: 20/03/2019 Tweet Compartir
“Importa construir escuelas, lo mismo que organizar bibliotecas populares, centros de salud, ateneos y espacios sindicales y barriales: allí se ejercita cotidianamente la utopía, en el sentido de que el espacio restringido del día de hoy puede convertirse en anticipo de lo que podría ser la sociedad liberada en el futuro”, mencionó Rafael Mondragón Velázquez.
El académico de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México, destacó que se debe inventar un gesto pedagógico que sea capaz de interpelar y ayude en la construcción de la capacidad del niño para hacerse cargo de su vida y la vida de los otros.
En la presentación de su libro La escuela como espacio de utopía, el pasado 15 de marzo en El Colegio de Sonora, y agregó que este trabajo concluyó en 2015 en el contexto de la reforma educativa impulsada por el gobierno federal.
“Este libro yo lo construí para mis amigos y amigas que trabajan en aula, profesores, maestros rurales, trabajadores comunitarios, participantes de proyectos de educación popular, promotores culturales y cuenta cuentos que llevaban algunos años trabajando con niñas y niños”, sostuvo.
Mondragón Velázquez agregó que es importante ese proceso de educación que está vinculado no necesariamente con transmitir conocimiento sino con crear condiciones colectivas para la paz, la justicia y la dignidad, es decir, la construcción de un modelo cultural alternativo que abarca todos los aspectos de la vida concreta: educación, salud, diversión, vida familiar.
Por su parte la doctora Nohora Niño Vega, mencionó cómo los textos anarquistas incluidos en el libro invitan a considerar la alegría de enseñar, y permite a quienes postulan a la educación como espacio de cambio, reactivar este modo de intervenir.
“Reactiva esos deseos, esas utopías, eso que muchos de jóvenes cuando iniciamos la universidad teníamos en mente, de por qué estudiábamos lo que estudiábamos y qué era lo que queríamos con lo que estábamos estudiando”, expresó.
Alfonso Díaz Smith, comentarista del libro, añadió que el libro se trata de un ejercicio de memoria, en donde el autor encuentra archivos, que son joyas del pensamiento anarquista y que al compilarlas las hace accesibles para todos, lo que es algo muy pertinente y profundamente relevante.
Destacó que la lectura de este texto es el reconocimiento de que las cosas cambian, que han cambiado a lo largo del tiempo y por otro lado es la reivindicación de la memoria que tiene que ver con poder reconocer cómo acciones del presente están ancladas o son posibles gracias a los y las que vinieron antes.
La doctora Gabriela García Figueroa fungió como moderadora de la mesa e invitó a los asistentes a participar en la sesión de preguntas y respuestas, además de agradecer su asistencia.