Primera semana


colson

Juan Poom Medina, Profesor-investigador del Centro de Estudios en Gobierno y Asuntos Públicos de El Colegio de Sonora

Copia textual de El Sol de Hermosillo

Pronto llegará la primera semana del nuevo año. En esos días, la mayoría de las personas piensa en los propósitos para los siguientes meses, semanas, días, que vienen en camino. Es interesante preguntarnos por las formas o estrategias que las personas utilizan para enfrentar los retos venideros hasta que, de nueva cuenta, el año concluye. Sabemos que en diversas organizaciones existen los famosos planes de desarrollo, un instrumento con el que buscan enlistar y concretar metas asociadas a la productividad, y por supuesto, a las ganancias económicas.

En cuanto a los individuos, se asume que también nos programamos a través de cuantificar metas personales y enumeramos algunas acciones para abordar los nuevos retos. De hecho, hay personas que se programan con mucha anticipación sobre actividades específicas que tienen pensado realizar. Algunos individuos planean y resuelven con demasiada anticipación fechas y lugares para realizar sus actividades que importan solamente a ellos y sus allegados. Es probable que a nivel individual resulte fácil programar alguna meta e incluso algunos afirman de forma contundente: “el asunto es querer hacerlo”. 

Sin embargo, no estoy muy seguro de ello, por mucho tiempo me he preguntado por las metas que se pierden en el camino, los proyectos fallidos, la programación de alguna actividad que ni siquiera pudo iniciar porque “algo” lo impidió, y así llega de nuevo otro año y, otra vez, nos vemos en la necesidad de replantear nuestros propósitos. No tengo idea sobre las causas de por qué muchos proyectos organizacionales o personales se pierden en el camino (aunque sé que hay amplia literatura sobre el tema), pero me gusta pensar que la información que se ha acumulado durante largo tiempo puede servir para delinear las acciones para enfrentar los retos que vienen y así evitar perderse en el camino. 

Por ejemplo, todo 2024 fue demasiado intenso para nuestro país y podemos sintetizarlo en una serie de palabras: un año de sucesión presidencial en donde la polarización afectiva rebasó a la polarización ideológica, en otras palabras, permeó el tipo de polarización en donde algunos ciudadanos “detestan” o “no soportan” a los miembros o simpatizantes del partido contrario, solo por el hecho de ser contrarios. Es cierto, no hay forma de ocultarlo, en tiempo de campañas la ciudadanía se polariza. 

Sin embargo, me atrevo a afirmar que no todo es culpa del sistema de partidos, ni tampoco de los gobiernos del pasado o los actuales; más bien somos una sociedad mexicana intensa, trabajadora, dura, pero con altos estándares de conducta mediatizada tanto por las redes sociales, así como por los programas de radio y televisión que saben abonar al escenario en donde la sociedad puede dividirse. Pero así somos por el momento, quizá lo mejor es buscar aprender del pasado y mejorar en nuestro consumo de información, saber filtrar contenidos, pensar en contribuir de forma autónoma y en positivo. Insisto, aprovechar mejor la información.


Scroll to Top