Observatorios Urbanos


Portales, lunes 25 de octubre de 2021, año 20, número 864
colson

Elsa Ivette Jiménez Valdez

Colonialismo interno, historia y justicia social: El caso del Pueblo Yaqui 

En últimos años ha incrementado la polémica en torno a la “celebración” del Día de la Raza o del llamado “descubrimiento” de América. Las voces disidentes conjugan varios reclamos: el eufemismo para ocultar el genocidio y las violaciones masivas; el saqueo sistemático y la configuración de un sistema económico mundial que mantiene la explotación continua de los cuerpos y territorialidades colonizadas. 

Las posturas críticas reclaman una reelaboración histórica que integre y valore las experiencias y efectos que estos procesos tuvieron para los vencidos, así como su papel en la construcción de una estructura socioeconómica desigual.

Lo que está en juego no es sólo la narrativa histórica, sino nuestro presente y futuro. Un replanteamiento del pasado carece de sentido si sólo lleva a identificar enemigos, alimentando la xenofobia. Lo valioso es que la revisión del pasado ayude a distinguir mecanismos, dinámicas y procesos que alimentan la explotación y el despojo de las poblaciones subalternizadas, ocultándolo después. 

Por ello, es relevante el concepto de colonialismo interno propuesto por Pablo Gonzáles Casanova.Con este término, buscaba evidenciar los procesos económicos, políticos, sociales, y culturales que reproducen las poblaciones colonizadas sobre otras, que persisten, aunque la dominación político- militar haya cesado. En palabras llanas, refiere a cómo nos relacionamos las poblaciones mestizas con los pueblos originarios.

Colonialismo interno es un término que ayuda a revisar las actitudes y discursos de las y los sonorenses respecto a los problemas que enfrentan las naciones indígenas en el estado. 

Para ejemplificar me centraré en los acontecimientos relacionados con el Pueblo Yaqui. Es común leer y escuchar comentarios en donde se les tilda, cuando menos, de flojos. Acusándoseles de buscar la comodidad de los subsidios y de intentar robarle el agua a Hermosillo.

Para comprender el contexto de las demandas de esta población hay que recordar que perdieron el afluente del Río Yaqui cuando entró en operación el Distrito de Riego 041, particularmente a partir de la inauguración de la Presa Oviáchic en 1953. Así se les arrebató su fuente de alimentación, provocando años de hambre y penurias. 

Situación que fue aprovechada por el gobierno federal para implementar, de manera paternalista y sin consultar a la pobl 2ación, políticas agrarias -ejecutadas por Banrural- con efectos funestos. Tres décadas después el desastre era evidente: los yaquis habían sido desplazados de la toma de decisiones relacionadas a sus cultivos y la producción era ineficiente: no sólo no obtenían ganancias, sino que aumentaba su moratoria. 

Esto llevó a que las pocas familias que contaban con tierras de riego las rentaran a agricultores mestizos en las condiciones desventajosas.

A ello hay que sumar la ausencia de servicios en las comunidades, comenzando por la más obvia: la falta de agua potable. Quien se dé una vuelta por el territorio puede apreciar que mujeres y hombres yaquis continúan trabajando, ya sea como jornaleros, como operadores en las maquiladoras, elaborando prendas textiles, artesanía, etc… en un contexto adverso. Producido por las acciones gubernamentales y de privados que encontraron en el despojo de tierras y agua un medio para enriquecerse. 

La demanda de agua por parte del Pueblo Yaqui es legítima. No sólo porque es un derecho humano, sino también porque les fue garantizada por decreto presidencial en 1940. En este contexto, debemos tener presente que la operación del Acueducto Independencia es ilegal, pues la Suprema Corte de Justicia falló en contra de la Autorización de Impacto Ambiental que sustenta este proyecto. 

La coyuntura que posibilitó que entrara en operación de esta obra fue el derrame de ácido sulfúrico al Río Sonora, producido por la compañía minera BuenaVista del Cobre que, en 2014, obligó a cerrar el afluente de la presa conocida como “El molinito”, fuente habitual de abastecimiento del vital líquido para Hermosillo. Por eso, para entender los reclamos del pueblo yaqui hay que revisar nuestra historia y cuestionando nuestro colonialismo interno. 

*Egresada del programa de maestría en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora.     


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