En el caso de las bibliotecas particulares, los inventarios se realizaban cuando una persona, sin ser comerciante, viajaba con sus libros y tenía que registrarlos ante algún tribunal, como la Casa de Contratación, la Aduana o la Inquisición. También cuando un propietario de libros moría y sus albaceas o el juez ordenaban la elaboración del inventario de los bienes a fin de proceder posteriormente al avalúo o la almoneda. Estos documentos se conocen como inventarios post mortem, entre los que se distinguen aquellos cuya sucesión patrimonial se realizó a través del Juzgado General de Bienes de Difuntos. Como refiere Faustino Gutiérrez-Alviz, en sí los bienes de difuntos constituyen todo patrimonio que quedase en Indias sin titular individual o real, esto es, no existe disposición testamentaria1. Por ese motivo, las propiedades de algunos novohispanos que fallecieron sin dejar testamento en el virreinato también se tramitaron a través del Juzgado General de Bienes de Difuntos, que en sus inicios sólo incluía a los peninsulares.
En la actualidad, los expedientes de bienes de difuntos se conservan en diferentes acervos, como en la Serie Contratación del Archivo General de Indias2 y la Serie Instituciones Coloniales del Archivo General de la Nación. Sin embargo, en este último no existe un catálogo detallado de los documentos y sólo se registraron genéricamente 15 volúmenes. En cambio, en el Ramo Bienes de Difuntos del Archivo de la Real Audiencia de la Nueva Galicia, resguardado en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco "Juan José Arreola” (BPEJ), se inventariaron 306 cajas con 3439 expedientes, que contienen los datos básicos y queda la asignatura de diseñar un verdadero catálogo que dé cuenta de una información más precisa. Al revisar la totalidad de los expedientes para su valoración física, encontramos que en 85 (2.4%) se consignaron inventarios, avalúos y/o almonedas de libros pertenecientes a funcionarios civiles, clérigos seculares, comerciantes y vecinos miembros de la élite local, documentos que permitieron acercarse a las obras que circularon por el territorio novogalaico entre 1711 y 1824.
No obstante, hasta ahora son pocas las listas recuperadas, transcritas y analizadas de dicha serie documental. Por una parte, porque en el índice de la BPEJ como ya se mencionó, no se especifica qué expedientes de bienes de difuntos contienen listados de libros y, por otra parte, porque es difícil descifrar los fragmentos de títulos, o parte de los nombres de autor, esto es, los inventarios están realizados con poca precisión. Regularmente los escribanos encargados de realizar estos documentos tendían a resumir, traducir, alterar u omitir los nombres de los autores y las obras; pero lo más común era que no consignan el número de volúmenes, el lugar o el año de impresión y el formato de los libros; asimismo, no asentaban el material efímero y menor, los ejemplares dañados o deteriorados y lógicamente sin señalar si eran considerados como libros prohibidos. Según Trevor J. Dadson, los tasadores profesionales consideraban inútil registrar todos los datos de las obras, pues sólo les interesaba "establecer el precio de venta y diferenciar los lotes. Para esto sólo hacía falta la más mínima información necesaria".3 Si bien, el acto de testar y la realización de los inventarios de bienes de difuntos fueran acontecimientos principalmente económicos, también son exponentes de otro tipo de información valiosa.
En particular, el análisis de los inventarios, avalúos y almonedas de libros incluidos en los expedientes de bienes de difuntos del Archivo de la Real Audiencia de la Nueva Galicia permite conocer la cultura escrita de toda una época; pero también contribuye para definir la procedencia de los impresos conservados en los fondos antiguos y ayuda para justificar la preservación de dicho patrimonio bibliográfico en la actualidad. Por otro lado, ofrece información sobre las obras pertenecientes a personas de todos los estamentos sociales,4 como los clérigos, particularmente los seculares. Por ejemplo, Myrna Cortés analizó la lista de libros incluida en "el expediente formado sobre el intestado del Bachiller Don Tomás de Aguilera”.5 Pero no se ha realizado ningún estudio serial sobre estos documentos, aunque si se hiciera podría explicar el predominio o rechazo de ciertas lecturas entre los clérigos seculares novogalaicos. Así, una investigación sobre las listas de libros realizadas entre el siglo XVIII y los primeros años del XIX, haría posible conocer si el pensamiento ilustrado se difundió a través de los textos impresos tanto entre los prebendados como entre los curas párrocos diocesanos, en general.
En total, de los 85 expedientes con inventarios, avalúos y/o almonedas de libros localizados en el Ramo Bienes de Difuntos del Archivo de la Real Audiencia de la Nueva Galicia, 30 (34%) se relacionan con clérigos, todos seculares. Como señala Ángel Weruaga Prieto, el clero regular no dejó rastro en este tipo de acervos documentales porque no tenía nada que heredar debido al voto de pobreza, lo que hacía que todos sus bienes pertenecieran a la comunidad religiosa.6 Por otra parte, de estos 30 sólo uno pertenece a un prebendado del cabildo eclesiástico de Durango y el resto a clérigos seculares residentes en la diócesis de Guadalajara: seis prebendados, veintidós curas párrocos y un comisionado (Tabla 1).
Tabla 1. Clérigos seculares con libros registrados en la Serie Bienes de Difuntos del Archivo de la Real Audiencia de la Nueva Galicia de la BPEJ (1711-1814)
ORGANIZACIÓN | CARGOS | INVENTARIOS |
---|---|---|
Prebendados | Dignidades | 2 |
Canónigos | 3 | |
Racioneros | 1 | |
Medio racioneros | 1 | |
Subtotal | 7 (23.3%) | |
Curas párrocos | Curas beneficiados | 11 |
Vicarios | 8 | |
Capellanes | 3 | |
Subtotal | 22 (73.3%) | |
Comisionados | Administrador | 1 |
Subtotal | 1 (3.3%) | |
Total | 30 (100%) |
Fuente: Elaboración propia
Debido a que Myrna Cortés estudió a profundidad uno de los inventarios, se decidió concentrar en la base de datos la información sobre los otros 29 expedientes de los clérigos. En general, el interés se centró en transcribir la información relacionada con los libros y también con los propietarios de los mismos; además, identificar en la medida de lo posible los títulos registrados en las listas (inventarios, avalúos y almonedas); así como clasificarlos por temas tomando en cuenta la organización del conocimiento durante el periodo de producción de los textos, para esto se echó mano de catálogos en línea y del inventario de la BPEJ, considerando que muchas de las obras consignadas en los expedientes terminaron muy probablemente en este Acervo Histórico cuando fueron consignados por el Estado en el siglo XIX.
La primera etapa del proyecto, la de identificación y recolección de la información, se realizó en el marco del proyecto de Estabilización y Limpieza de los Fondos Especiales de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola” (2001-2006), información que por mucho tiempo y razones quedó en suspenso, sin que pudiera abordarse la sistematización y análisis de los materiales en ese momento, solo se trabajó sobre la biblioteca de un oidor y se planteó la posibilidad de continuar el proyecto con el grueso de la información localizada. Sin embargo, no contamos con apoyo para su continuación. Posteriormente, a través del Programa de Apoyo a las Condiciones de Producción de los Miembros del SNI (PROSNI) pudimos continuar con becarios de licenciatura en labores de cotejo y sistematización de la información. Finalmente, podemos presentar una base ágil y con gran potencial de continuar su desarrollo gracias al Fondo Institucional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación FORDECYT-PRONACES, a través del proyecto número 845130 "Bajo el imperio de la ley. La ficción jurídica como instrumento de organización y segmentación de la sociedad mexicana, siglos XVI-XX", cuyo responsable técnico es la Dra. Maria Valle Borrero Silva, investigadora de El Colegio de Sonora, quien acogió la propuesta de consolidación y publicación de esta importante base para los estudiosos del libro y la cultura. Con este apoyo institucional podemos concretar el diseño de una base de datos que permita dar a conocer el minucioso trabajo de archivo que se ha continuado y empieza a dar frutos con la colaboración de académicos y especialistas en sistemas de El Colegio de Sonora, lo cual permitirá avanzar con las líneas que falta desarrollar.